jueves, 17 de septiembre de 2009

El futuro de los impuestos puede atentar contra la integración comercial.

Los ecoimpuestos.

El futuro de los impuestos puede atentar contra la integración comercial.

Nuestro clima cada día anda más complicado. Es inevitable tocar el tema del ambiente y el cambio climático en nuestro día a día. Ciertamente es un tema denso, complejo, con muchos intereses por medio, pero en el cual más o menos existe un consenso sobre sus causas y las medidas que debemos tomar para evitar que el cambio acelere su paso (el efecto invernadero) y con ello afecte nuestra forma de vida.

Es por ello que destaca en estos últimos días la iniciativa del gobierno francés de reducir la contaminación de dióxido de carbono (CO2) en su país con un mecanismo por el cual quienes contaminan pagan. El gobierno de Nicolás Sarkozy decidió sumarse a los esfuerzos emprendidos desde comienzos de los noventa por Finlandia, Dinamarca y Suecia en incorporar el costo de producir gases nocivos en el precio de los combustibles. Francia estará ahora en el grupo de países que han colocado un impuesto a las emisiones de CO2. El mismo presidente ha llamado a esta media "el primer paso" en su "revolución fiscal" en busca de la "supervivencia de la raza humana"

La medida francesa es importante simbólicamente también, pues Francia es el primero de los países dentro de los "peces grandes" que se adhiere. A partir de 2010 en Francia se impondrá €17 de impuesto por tonelada emitida de dióxido de carbono a través de combustibles fósiles (la gasolina, el petróleo, el gas o el carbón).

Este impuesto a las emisiones de gases de efecto invernadero, y otros en línea, pretende generar condiciones para reducir el consumo de las fuentes energéticas muy contaminantes, y al mismo tiempo, movilizar recursos para medidas de mitigación de los efectos del cambio climático. Este tipo de medidas también es generadora de nuevos incentivos para mayores innovaciones en el uso de energías alternativas en la industria y los automóviles. Parecería la solución ideal para nuestro planeta, pero extrañamente estas ecotasas o ecoimpuestos son muy poco populares y por lo tanto tienen una baja probabilidad de incorporación al sistema tributario de los países. Sarkozy ya está pagando la factura, pues según una encuesta difundida el 3 de septiembre en su país, dos tercios de los franceses estarían en contra; y en su mismo partido hay mucho debate al respecto. Vemos pues que el mundo nos necesita, pero nuestro bolsillo es un fuerte escollo. Ciertamente la lucha ha empezado, y en este caso esperemos que la "posición verde" de los Estados gane la batalla, aunque de por medio haya heridos muy grandes como China (y sus fábricas de baja calidad ambiental) y los acuerdos de comercio en el marco de la OMC, y junto a ellos la Integración.

Trasladando la vista a nuestra región sobre el problema ambiental, vemos que en América Latina la emisiones de CO2 aumentaron de 1,100 millones a 1,500 millones de toneladas métricas anuales entre 1990 y 2006, y la deforestación aumentó de 4,5 millones a 4,7 millones de hectáreas por año entre los años 1990-2000 y 2000-2005 según el Informe 2009 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU. Los ecoimpuestos están a la vuelta de la esquina para nuestros productos, especialmente los que van a Europa, de modo que debemos empezar a leer la ola, y estar preparados con nuestras truchas, mangos, plátanos, cerámica, entre otros, desde ahora. Cultura verde es progreso.

 

Límberg Chero Senmache[i]

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