El G-20 y la Cumbre de las Américas
Por: Óscar Ugarteche Economista. Publicado en el Díario EL COMERCIO PERU
Tras la bulla del G-20 el 2 de abril, en Londres, llegó la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago. Estas deben recordarse porque, en la primera de ellas, fue que Bill Clinton anunció su voluntad de armar la ahora fracasada Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), emulando el espíritu de la Comunidad Europea en forma.
El problema de la integración con EE.UU., desde América Latina, es que son integraciones subordinadas, donde poco saca el pobre y mucho gana el rico. Este tipo de integración subordinada ha tenido resistencias y contrapesos. Chile recién ha suscrito un acuerdo de integración con la economía mayor, tras haberlo hecho con muchos otros antes.
A la inversa, los países centroamericanos, que entraron al acuerdo de integración a la carrera, ahora se han dado con que la participación en las exportaciones del mercado mayor creció de 50% al 75% y que la economía mayor se paró por una temporada larga. Lo que el ejemplo centroamericano muestra es que un exceso de concentración en un solo mercado puede ser letal para las exportaciones.
El esquema de integración llamado ALCA murió en Mar del Plata hace unos años y marcó un cambio en las relaciones entre los países latinoamericanos y EE.UU. Quizá su punto más bajo.
Barack Obama tenía la obligación de intentar hacer las paces entre países vecinos, y tenía aun más la necesidad de dar una buena impresión después de los horrores dejados por Bush. En cierto sentido, la llegada de Obama a la Cumbre de las Américas recuerda la llegada de Roosevelt a la Conferencia Panamericana de Montevideo de 1933. Igualmente, había conversado con su par mexicano y también llegaba a hacer las paces después de 12 años de gobiernos republicanos de un proteccionismo desmesurado y con medidas que eventualmente influyeron en la región. Fueron las concesiones a la deuda de los países europeos, llamado el Año Hoover, lo que llevó a que todos los países de América Latina al mismo tiempo, menos Argentina y Nicaragua, suspendieran sus pagos de deuda.
Lo que diferencia a Obama de Hoover es que no tiene que pelearse con el proteccionismo estadounidense y sus efectos en América Latina, sino hacer las paces con los gobiernos que han tratado de tener políticas de desarrollo autónomas, que son todos los de Sudamérica menos tres. Igualmente, ahora tiene que hacer las paces en Centroamérica, donde su TLC ha llevado a la radicalización a la izquierda del presidente de Honduras, que se afilió al ALBA, y a la izquierda que ganó las elecciones en El Salvador. Centroamérica, con su inmensa crisis económica, se está cambiando otra vez hacia la izquierda y alejándose de Washington.
Lo que no hubo fue una declaración económica de cómo se aplicarán los acuerdos del G-20 en América Latina, o cómo la afectará. Al margen de lo gaseoso de la declaración de Londres y del anuncio de US$1,1 billones que saldrán en gran medida de las arcas chinas y estarán destinadas a Europa del Este, no hay nada que se refiera a cambios en las políticas, a pesar del consenso en su fracaso, inclusive en EE.UU., que ahora está aplicando políticas distintas a las de este consenso.
Los titulares de los diarios en México decían "es la muerte del consenso de Washington". En realidad, no hay nada dicho sobre cómo funcionarán las instituciones financieras internacionales (IFI) ni menos sobre cómo van a funcionar con las economías distantes de la voluntad de Washington. Las IFI están desesperadamente atadas a la voluntad del dueño del veto en el directorio: el Tesoro.
Los gobiernos latinoamericanos aliados a Bush ahora han quedado descolgados. Están incluso a la derecha de EE.UU. y no hay nadie que respalde sus posiciones. Lo que fue un fracaso en Trinidad puede ser un éxito, porque va a obligar a esos tres a repensar cómo se van a relacionar con EE.UU. y con sus vecinos, que la guerra fría terminó y que la crisis avanza consistentemente con una muy importante cerrazón del crédito en dólares.
- INVESTIGADOR TITULAR DEL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS DE LA UNAM.
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